Ayer resulté en un espacio que ocurrió de forma espontánea... fui la última en llegar, no fue algo planeado pero sí había un punto de encuentro: los perros. Bruno, un labrador imponente de 7 años de edad, miraba con deseo a una pequeña yorkshire terrier, al parecer en celo, y, por consiguiente, refugiada bajo el cuello de su ama, la perrita lo suficientemente pequeña para colocarse ahí.
La dueña de Bruno es una señora que ese día vestía una ruana negra, con flecos que le colgaban y con los que Tobby, mi perrito intentó jugar, mordiéndolos, tan pronto nos unimos a esta tertulia no planeada en torno a las mascotas. La señora dueña de la yorkshire, por su parte, lucía un gabán color caqui.
Había una tercera señora con una chaqueta de algodón perchado como de sudadera, pero sin perro que la acompañara. Era porque su mascota es un cocker de 17 años de edad. No tiene problemas de salud pero por su vejez es poca la calidad de vida que le queda, el can se encontraba descansando en la casa, a ella aún le cuesta tomar la decisión poner a descansar al animalito.
De esa manera, el duelo por las mascotas fue uno de los primeros temas de conversación. Tomar de referente a Marley y yo. "Dos veces la vi y las dos veces lloré", contó la ama de Bruno. Yo les compartí un poco de mi Chispitas y les hablé de Funeravet, la paz que transmite saber que quedó allá, lo tranquilo que es el sitio. La señora dueña de la yorkshire contó que antes había tenido una perrita de esa misma raza aunque más grande de tamaño y que se le murió a los 8 meses de edad. La señora se encontraba fuera de Bogotá y no pudo despedirde de la perrita. También nos contó un detalle muy bonito y es que la única forma que tuvo para hacerle el duelo fue escribirle un libro. ¡Cómo me gustaría verlo/leerlo! Aunque no se lo dije porque me pareció medio intrusivo para una primera charla espontánea de vecinas. Pero ese detalle me pareció súper valioso, y claro que me hizo asociarlo con Bruzzone y con mi blog, aunque de eso no alcancé a comentarles porque no tuve la palabra y cuando intervine ya habíamos cambiado de tema.
Bruno tenía su propia historia anecdótica medio extraordinaria y/o salvadora. Cuando el can a penas tenía un año mordió a la hija de la señora, pero le habían advertido que no molestara al perrito cuando estuviera durmiendo. La hija tiene hoy 19 años, osea que en ese entonces tendría como 13. No fue culpa del perrito pero ante la autoridad del padre, fue él quien llevó del bulto. El esposo de la señora, ofuscado por lo sucedido expulsó al perrito de la casa, a la niña tuvieron que cogerle puntos.
Bruno, de forma temporal, mientras al señor le pasaba la rabia, quedó en manos de la celadora, viviendo en Fontibón. Los días pasaban y el señor no cambiaba de parecer. Un día la celadora llamó a la señora para decirle que Bruno se había perdido. Ella gritó, el esposo le preguntó qué pasaba y al escuchar las palabras "Cielo, se perdió Bruno", el señor quedó en shock. Al rato la celadora llamó nuevamente para decir que Bruno había aparecido; la señora le pidió que se lo tuviera y que ella ya iba por él, pero el esposo, en un resurgimiento del afecto hacia el labrador, pidió que se lo trajeran ya y que él les pagaba el taxi. Fue así como Bruno volvió a su hogar.
Hubo un comentario de la dueña de Bruno, en algún punto de la tertulia, que me pareció muy acertado a pesar de ser o parecer fuerte: "es que yo digo que la gente que no quiere a los animales es rara". Sí señora, la verdad tiene razón.
Las tres damas quedaron fascinadas con la ternura de Tobby. Al principio cuando él y yo nos unimos a la charla creyeron que la sospecha de celo de la yorkshire era falsa alarma, ya que Tobby, no había reaccionado, y Bruno, en ocasiones anteriores, había mostrado afecto por la perrita, a lo que yo respondí: "Ah no, es que él apenas tiene 4 meses, no tiene esa malicia".
Más adelante la conversación se desvió hacia la denigración de la raza humana, las cosas poco normales y desconcertantes que el hombre hace, las rayadas de coco, los suicidios o los accidentes por tentar a la muerte y al final, irremediablemente perder la vida. La ama de Bruno también se refirió al caso de la tal ruleta sexual en Medellín, las otras dos señoras no sabían de qué se trataba y yo les di la versión resumida. Criticaron las rumbas de hoy y las compararon con lo que era en su época, pude adelantar las palabras de la señora dueña de la yorkshire y decir por ella "¿las coca colas bailables?, sí, he escuchado a mi mamá hablar de eso". Ellas decían que en su época realmente se iba a bailar y disfrutaban cada canción hasta que le dolían los pies.
Luego hablaron de los peligros de coger taxi de noche, y por ahí comenté mi caso de que nunca me habían salido a recoger mis papás hasta que me fui al Simón Bolívar el año pasado a celebrar la estrella de Millos y coger transporte tipo 10:30 pm resultó misión imposible. Entonces por ahí me gané un muy corto y amable sermón, o más bien recomendación, para que tuviera cuidado cuando saliera de noche.
Tobby se aburrió y se puso a ladrar, ya había oscurecido. Mi mamá se asomó por la ventana y me llamó, entonces supuse que el perrito me había delatado, y hasta mejor porque había dejado el celular en la casa. Le respondí a mi mamá (grité, desde el primero hasta el décimo piso), "ya voy" y cinco minutos después la tertulia finalizó. Cada una dijo su nombre a modo de despedida, presentación fugaz oficial. No se me quedó ningún nombre pero creo que todas o al menos dos de ellas se llaman María algo..., nombre combinado.
Mi mamá sabía desde hace rato yo donde estaba y no precisamente por el ladrido de Tobby. Mari, la empleada, había escuchado mi voz desde mucho antes allá abajo, afuera jaja. Es que yo hablo pasito... xD
Esta fue la historia del lunes. Publicada realmente el jueves (fecha modificada) aunque inicié el escrito el martes.
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