martes, 8 de abril de 2014

Después de todo sí pinto... ¡jaja!

Todo lo vivido esta mañana fue nuevo para mí. Conozco la Calle 72 y conozco la carretera que va desde Bogotá a La Calera (o Patios, en bici) subiendo por la 80 y pico cogiendo por las montañas capitalinas. Pero el bus del SITP que tomé, la ruta 4 con destino San Luis, luego de subir un buen tramo por la parte que conozco, giró a la derecha y hasta ahí me llegó el sentido de la ubicación; empezó el recorrido por terreno desconocido... todo fue una experiencia novedosa y supremamente agradable.

Soy responsable de lo azulito... la cascada y el lago, así como el borde azul del piso lo pinté yo.
Las piernas de la foto no son mías jaja, la foto la tomé con mi cel.
El destino esta mañana fue Casa Taller Las Moyas, para más ubicación, según Toto, esto queda en "Chapinero súper alto". O mejor, para mayor ubicación comparto uno de mis primeros descubrimientos el día de hoy: así como hay direcciones con la palabra "Sur" (la dirección de mi abuelita, por ejemplo, es Calle X sur), también las hay con la palabra "Este", es decir, teniendo en cuenta esta foto que tomé, cuando me bajé del bus por allá bien, bien, bien arriba, estaba, mal contadas, a 15 cuadras de la séptima: Cra 7ma, Cra 6ta, Cra 5ta, Cra 3ra, Cra 2da, Cra 1ra, Cra 0, Cra 1 Este, Cra 2 Este, Cra 3 Este, Cra 4 Este, Cra 5 Este...

Y no olvidemos la nomenclatura con A, B, C... etc.
Hay una micro ciudad en la montaña, un gran barrio humilde, aunque la verdad no sentí que fuera peligroso y tampoco nadie me dijo que lo fuera, entonces me quedo con la idea de que es tranquilo. El territorio tan solo estaba algo "apagado" por culpa de la lluvia que caía y acompañaba e incrementaba el frío matutino.

Toto dijo, y luego Nico (Nicolasa) también señaló, que allá casi no llueve, por eso que caiga agua es una bencidión, sobre todo para las personas que tienen huerta como es el caso de la Casa Taller. Nico también me habló de las diferentes cosas que allí tienen plantadas y mencionó algo que jamás había escuchado, una planta cuyo nombre no recuerdo (algo como... cayob, creo) pero que dizque tiene muchas propiedades medicinales, que ayuda a las personas que sufren de diabetes a dejar la insulina.

Después del tour por la casa, siguió la bebida para entrar en calor y actitud de trabajar: tinto o aguapanela. En la casa se reciclan y reutilizan muchas cosas que resultan ser valiosas y provechosas, cuadros hechos con botella o una pared de papel sólo por dar algunos ejemplos, pero hubo algo me impactó un poco: ver los pocillos sin oreja... es verdad que siguen sirviendo, el recipiente como tal no está roto y es útil para soportar un líquido. Pero sin oreja... no sé es chocante, si fuera una bebiba supremamente caliente nos quemaríamos las manos o, en una casa promedio, creo yo, lo normal es desechar un pocillo que ya no tenga oreja, que por X o Y se le haya roto... recordé mi pocillo que hace poco se le desportilló un borde, como es de esos pocillos que mandamos a hacer con foto y para mí es muy especial, hice la pregunta, medio retórica de si aguantaba seguirlo usando así y me dijeron que eso era "llamar ruina"... agüeros pendejos, pero esa creencia me retumbó en la cabeza con fuerza al ver estos pocillos sin oreja... no me disgusta ni molesta pero fue más o menos como "no puedo creer que los usen así".

Y bueno, sin más preámbulo: manos a la obra... ¿cuál obra?


Creo que nunca me fijé en el verbo PINTAR y aún si lo hubiera hecho, nada habría cambiado. Toto me estaba extendiendo una invitación, a mi parecer extra oficial, y ya había rechazado por diferentes motivos las invitaciones intervenciones oficiales (una mensual, él las maneja por medio de eventos en Facebook). Desde hace rato estaba interesada en conocer la obra de la Casa Taller Las Moyas, inclusive mucho antes de conocer a Toto y saber que él estaba vinculado en este proyecto, desde cuando leí una nota de ellos en El Tiempo. Pero ps... mi vena social por lo general permanece más latente que activa...

Toto también me escribió ayer: "hoy toca conseguir tíner a ver". Ah... ps que te vaya bien consiguiéndolo jajajaja... no mentiras, pero lo que entendí en ese momento cuando lo leí fue que él iba a llevar tiner hoy, que lo iba a comprar ayer para llevarlo, ps así como la cosa más casual, como comprar galletas... nunca respondí nada a ese último comentario y tampoco jamás conecté las palabras pintura y tíner. 

Manos a la obra es/fue: colocarse el overol (literal), comenzar a menear y/o mezclar las pinturas de aceite con tíner para que aflojaran y empezar a pintar. ¿Pintar qué? la fachada de la casa, con decoraditos bonitos y ambientalistas. Yo... no soy precisamente una defensora de la naturaleza pero empiezo a valorarla un poco más. La casa tiene como una pequeña roca digamos "salida" de la pared o... simplemente el muro tiene relieve, entonces la idea era aprovechar esta roca para pintar como una cascada, así bajando de la montaña bien bonito y yo me encargué de preparar el azul clarito, como color agua en teoría (el agua es transparente... xD). 

Todo inició con un color blanco grumoso al que se le agregó tiner... Laura había comenzado a menearlo y cuando se ocupó con otra cosa yo seguí su labor... cuando la idea siguiente fue sacar el azul clarito, yo comencé a mezclar el azul rey normal con el blanco grumoso hasta que me aburrí de la ligeramente dificultosa/frustrante tarea y resolví meter la mano entre el blanco viscoso (teníamos guantes) y coger un poco de esa pasta para mezclar con el azul rey. El resultado: ¡me tiré el blanco! osea el blanco dejó de ser blanco puro jaja... (bueno, Nico luego me dijo, "no te lo tiraste, lo transformaste", ok sí es una buena forma de verlo) pero aparte de eso salió una tonalidad de azul bonita... medio metálica (ver primera foto).

Más temprano que tarde se evidenció mi inexperiencia en el tema. Incluso Laura y Toto, con quienes ya había compartido un espacio antes en el taller que hubo en Casa Ensamble con Carla Rey, resultaron diciendo que la pintura era una buena terapia para mí... jajajaaja la verdad no comprendo bien por qué lo dijeron pero pueden tener razón. Hacer locuras con pintura suena chévere... coger un pincel y salpicar una pared porque sí o jugar al final de una jornada de trabajo y salir todos pintorreteados... La idea de... "agresividad por medio de la pintura", no me parece del todo descabellada y, si bien nunca cogeré un lienzo porque me frustro, intentar pintar paredes y estas cosas en espacios como la Casa Taller Las Moyas, me parece bien. ¿Con constancia me pulo? y... tengo más esperanzas en esto que en la danza... el baile será una frustración de por vida, jaja es mucho más difícil para mí, me achanta ser tronca... pero puedo lidiar con el hecho de embarrarla en la pintura. Además, más que la idea de pintar, me gusta mucho la idea de "intervenir espacios"... volvámonos graffiteros... (comentario aparte: esa gente hace cosas muy bacanas, me dejaron impresionada la chica y el man que decoraron con graffitis el Clan de Meissen).

Pinté, sí, pero no precisamente por mi propia inspiración, más bien a partir de una idea planteada por otra persona y un color logrado, seguí instrucciones... colaboré y fue chévere. Me encantó la experiencia, aunque lastimosamente no pude quedarme tanto tiempo porque tenía un compromiso a la 1pm y tuve que salir corriendo. De todas formas, sí, volveré, a la próxima que me diga Toto o cuando se presente la oportunidad, lo haré.

Creo que no está de más cerrar con esta frase que encontré en un libro
que me dio por ojear en la Casa Taller.