sábado, 17 de octubre de 2015

Hacia un punto hasta ahora inexistente en la brújula (o mapa)...

¿Por qué tenemos que conformarnos con nuestras propias limitaciones? ¿Por qué no pensar que podemos confrontarlas y conquistarlas? ¡Superarlas!

Soy la persona más tronca de la vida y, gracias a Dios, el baile no ha sido un elemento ni clave, ni fundamental ni presente en lo absoluto, -salvo una ocasión, recién empezamos-, en la relación que tengo con mi pareja. Pero ¿qué pasa si llego a intentar bailar alguna vez? La razón me dice que con práctica puedo llegar a hacer una tesa o al menos tener un desempeño aceptable. Siento también que podría ser más grande, e incluso derrotarme, mi sentimiento de frustración, de ver que no lo logro. ¡Y, mira nada más, mi impaciencia! ¿Podría ser paciente conmigo misma? ¿podría no darme palo, creer en mí y confiar en que lo voy a lograr?

¡Maldita sea!, sí, en últimas, ser compasiva conmigo misma, de eso se trata. Creer no es ser obstinado, no es ser intenso ni obsesionado, creer es ser persistente, no desfallecer, tener calma, valorar el proceso y seguir avanzando; entender que no siempre van a haber cambios notorios y que a veces la mejoría pareciera no verse, pero cuando estás dispuesto a transitar el camino, sin afanes, cueste lo que cueste, sabrás que a tu tiempo lograrás conquistar y superar tu propia limitación.

Uno debería ser capaz de superar todas sus limitaciones. Por puro goce y logro personal. Puede que no todas sean o lleguen a convertirse en pasiones, pero, ey, qué rico saber que ya puedes hacer lo que antes no podías, que has roto tus propios bloqueos. Saber bailar no es una meta primordial en mi vida, pero sí sería lindo si en una de esas supremamente esporádicas reuniones familiares con baile abordo, me salvo del oso de ser tronca, cuando a alguna persona se le ocurra sacarme a bailar.

Existen otras cosas en las que también me quisiera probar: por ejemplo, intentar aprender un tercer idioma? ok, eso debería ir alineado con un "¿para qué?" llevado a la acción bajo el rótulo de "planes a futuro". Eh... no, no tengo en mente ir a algún país de habla distinta al español o al inglés ni a estudiar ni a vivir. Solo, me gustaría probar mi mente y ver cómo respondo, el inglés ha estado en mi vida desde mis primeros años de infacia. ¿Cómo sería aprender otro idioma ahora de adulta, desde ceros y sin un propósito real/tangible más que el aprendizaje en sí mismo? Empecemos con el francés, jaja, y el hijueputa gaggeo para esta señorita de lengua enredada, veloz al hablar.

Pero hay algo, hay algo que es el verdadero punto esencial de esto, es especial, sublime, sensible y, sobre todo, tiene 20 mil candados de bloqueo. Las cosas que mecioné arriba sólo son un par de ejemplos del tipo "cosas en la agenda para un día de estos", son cosas interesantes, que me vendrían bien pero que no involucran mi corazón, que no me mueven/movilizan de ninguna manera.

Hay otro tema y una gran pared que sí me interesa mucho romper y que implica muchas cosas. Tengo que articular muchas ideas en palabras, y aunque las piense, no quiero plasmarlas. No por ahora, porque, a pesar de que no tengo sueño y de que tengo la mente-cabeza-cerebro más activa que nunca, no es el momento para meterme severo viaje interno, sé que debo dormir y tengo la losa pendiente por lavar.

Llegué aquí porque resulté en la página de Rafael Novoa Sin Filtro y me vi los 9 capítulos de su experiencia intentando dar vida al personaje de La Pirrurri. Paro aquí ahora, no me voy a extender. Lo único que quiero expresar, de momento, entre mis cavilaciones frente a este tema, es que... siento que hubo algo que me cercenaron...