sábado, 25 de enero de 2014

Un sentido de responsabilidad diferente...


Hace mucho rato no me sentía así o tal vez nunca había sentido algo similar. El sentimiento era claro: tristeza. Pero su nivel la verdad fue algo sobrecogedor aplastante... (overwhelming). Era tan grande o fuerte lo que sentí que me urgía expresarlo de mi forma favorita: escribiendo... no pensé mucho dónde hacerlo, si lo hubiera pensado bien, lo "normal" habría sido que fuera un tweet -cuenta de desparche-. En principio tan solo escribí una carita triste →  :( . Luego, cuando ya estábamos sentados en el restaurante para almorzar borré la carita y escribí la frase que muestro arriba.

Tobby es un perrito cachorro. Yo soy una mujer adulta. Tobby, literal, es como mi hijo. Chispitas, como lo dije en sus últimos años de vida, ya con un mayor grado de conciencia de mi parte, fue mi compañero de la vida. A Chispitas muchas veces le decía "hijo" (además de decirle "Aurelio" y otros sobre nombres por molestar cuando lo llamaba o quería saber dónde estaba para consentirlo), pero nunca realmente lo fue. Siendo honestos, yo no fui responsable con él, yo no me hice cargo, y aún así, me regaló los mejores años.

Las cosas con Tobby son muy diferentes... EN TODO!!! pero para resumir, son diferentes en su forma de ser, su carácter, (perrito supremamente dócil y nervioso, para nada pelionero), y en mi relación con él. El recuerdo de Chispitas y el amor que le tuve y le tengo, es dorado y especial, pero con Tobby sí soy responsable y, de cierta manera, aunque no cuente con recursos ($$$) propios, sí veo por él. No quiero nada mas que su bienestar, no quiero que me le pase algo y, especialmente, no quiero que me le pase algo malo cuando sale conmigo en bici. Es una promesa que le tengo: "te voy a proteger con mi vida".

Hoy pasó algo y cuando vi que tenía un poquito de sangre y que se había raspado me achanté muchísimo... me dio una tristeza elevada a la enésima potencia. Mi promesa se había roto (eso lo pienso ahora). Miguel creía que me preocupaba tener que decirle a mis papás (bueno lo más sabio es no decirles, obvio si se dan cuenta les digo) pero la verdad ese punto en el momento me importaba poco. Simplemente estaba profundamente triste, achantada de ver lo que le había pasado a mi perrito. No había sido mi culpa pero sí era y es mi responsabilidad... digamos que... "fallé como acudiente".

Creo que ya no importa ni quiero explicar qué pasó. Me importaba el sentimiento porque de alguna manera fue extraño y nuevo para mí. Gracias a Dios a Santi nunca le ha pasado algo malo cuando ha salido conmigo, pero si llegara a pasar -Dios no lo quiera-, seguramente me sentiría igual o peor a como me sentí hoy por lo que le pasó a Tobbycito. Ser responsable por alguien es algo grande, más cuando esa responsabilidad es puesta a prueba. Y lo mejor, o peor de todo, es que no se trata de "responder ante alguien" se trata de un compromiso voluntario que adquieres contigo mismo, pero se trata de una vida, de un ser vivo, de alguien de tus afectos... eso pesa más. Por eso, como creo que dice Corintios (parafraseando): "el amor es libre". No necesito responder ante nadie por ti, soy responsable de/por ti porque quiero, porque te amo, porque me gusta estar contigo y cuidaré de ti mientras estés junto a mí.