domingo, 4 de febrero de 2018

When a book you previously read throws some lights upon the reality you are facing now...

Uno de los libros más enriquecedores que me leí el año pasado sin duda fue The four things that matter most, escrito por el doctor Ira Byock. Este señor ha dedicado, no recuerdo bien si toda su carrera o una gran parte de ésta a los cuidados paliativos y lo que transmite en este libro son enseñanzas de vida basadas en su experiencia cuidando enfermos que ya están muy malitos y de cierta manera van de cara hacia la muerte... enseñanzas de vida y reflexiones que recaen no solo sobre el paciente sino también sobre sus familiares.



El cáncer de mi papá ha vuelto y en las últimas semanas parecía estarlo derrotando: el antígeno anda súper alto (en 800 y pico), y él venía lleno de dolencias y con mucha dificultad para moverse; era evidente, aunque hiciera falta una confirmación por medio de diversos exámenes médicos, que la metástasis en huesos se había extendido y que el medicamento que le estaba mandando el oncólogo había dejado de hacer efecto. El viernes mi mamá le llevó los exámenes al Dr. Godoy y él dijo que la parte buena era que no tenía tumores que requirieran quimioterapia ni nada de eso para atacarlos e irradiarlos. Sin embargo pues... según el oncólogo ya no hay nada que hacer. Dijo también que no creía que durara mucho así, pues... porque la realidad es que debemos prepararnos, pero a la final el único dueño de la vida y quien sabrá en qué momento llamar a mi padre es Dios. El señor dio fue una orden para que lo vieran por cuidados paliativos, que incluso podría ser en la casa porque pues... al menos hasta el viernes, movilizar a mi papá era un tema bien complicado; la semana pasada, para los diferentes exámenes que tuvo, el miércoles un primo nos ofreció su camioneta, y luego para otro examen el jueves logramos el transporte médico especializado por medio de un palancazo en la EPS.

En medio de toda esta situación comencé a pensar que había llegado el momento de repasar las enseñanzas de ese libro de Las cuatro cosas que más importan. En esencia lo que el autor plantea es que las 4 cosas más importantes para decirle a nuestros seres queridos son: 1) Por favor perdóname, 2) Te perdono, 3) Gracias, 4) Te amo y que estas cuatro, digamos frases esenciales, son la forma de dar cierre y/o completar una relación, no porque ésta se acabe sino porque queda COMPLETA, es decir, que no le falta nada, que es plena, que no guarda rencores ni dolores, que fluye.

Recuerdo haberle comentado a Miguel, cuando me estaba leyendo este libro que... me gustaría poder aplicar esas 4 cosas con mi papá, solo que no sabría cómo o cuándo buscar el momento. Además... no sé, esto lo digo ahora pero pues... con él siempre ha sido difícil comunicarme especialmente en un plano digamos más reflexivo y/o trascendental. En general casi nunca logro comunicarme con él de manera eficiente y a la final ya me acostumbré a que él poco me copie de lo que le digo, sea porque hablamos "lenguajes diferentes" como alguna vez lo señaló Ricardo (DOS vs. Windows o simplemente un señor mayor vs. una pelada joven moderna) o porque la memoria le falla, o porque tiendo a hablar rápido, por lo que sea...

Solo digo que, a la luz de lo que plantea ese libro, sería bonito poder hacer una especie de "cierre oficial" en la relación con mi papá. Ahora, ¿es fundamental o necesario? no sé, no estoy segura, pero sí sería bueno evaluarlo. Y más o menos algo así fue lo que traté de hacer a modo de conversación de yo con yo = especie de "autoterapia" manifestada a través de varios tweets en mi cuenta de deparche:



La buena noticia es que gracias en gran parte a mis sesiones de terapia con Ricardo, que abarcaron diversos temas de mi vida entre ellos por supuesto la relación con mi papá, no le guardo ningún rencor ni tengo ningún sentimiento negativo hacia él. La idea ahora es recordar lo bueno de él y llenarme de buenos recuerdos... y así algunas de las cosas que menciono en esos tweets... Gracias a que yo pillé a mi papá ensayando sus palabras para el brindis en mis 15, yo también preparé las mías...

Para mí, hacer el cierre oficial en la relación con mi papá, a la luz de lo que plantea el libro, vendría siendo algo así como una especie de "bonus track" o "comodín" porque de cierta manera el proceso de sanar las heridas que pudo causarme la relación que tuve con él y su complicada forma de ser, es algo que ya se dio. Ahora que poder perdirle perdón, darle las gracias y decirle que lo amo, no sobraría. Igual es que esas cosas son bonitas pero para mí lo valioso va más allá del simple hecho de decirlas. Ahora que lo he visto tan malito, es muy fácil estar a su lado, consentirlo, decirle que lo quiero mucho y que él me diga que también me quiere. Ambos nos queremos y eso es una verdad más que obvia, pero  si nos pusiéramos a pensar un poco más en los porqués y pudiéramos expresarlos, eso le daría mucho más valor a esa frase. "Te quiero / te amo porque...", "perdóname porque...", "te perdono porque..." y "gracias porque....". 

Bueno... la verdad es que el amor no requiere justificación:

El amor no requiere justificación. Tiene un valor inherente. Si amas a alguien, ninguna otra razón para amar -o vivir- es necesaria.

En todo caso lo bonito sería poder reflexionar en serio más allá de decir cada frase. Puede que me quede pensando en la manera de hacer ese cierre, puede que no lo haga y nada pase. Tal vez la única parte que alcanzo a sentir como necesidad en algún rincón de mi corazón sea la de pedirle perdón, pero bueno, en ese punto no voy a ahondar aquí.

Ayer a una de mis hermanas se le aguaron los ojitos al momento de despedirse de mi papá. Ella quiso ocultarlo colocándose, bajo techo, sus gafas de sol y yo opté por abrazarla cuando se despidió de mí, le dije "tranquila", de cierto modo como que intenté reconfortarla o consolarla y ahí sí dejó salir algo de llanto... alcancé a pensar, a posteriori, que a la que tal vez podría venirle MUY BIEN los planteamientos del libro sería a ella. Pero... yo no sé mucho sobre la relación de ella con nuestro padre más allá de algunas cosas sueltas que alguna vez escuché por ahí y tal vez no soy quién para meterme. De todas maneras pues... me gustaría poder mostrarles ese libro a todas mis hermanas y/o hablarles de él, uno nunca sabe, quizá algo les cale, quizá algo les quede sonando, quizá algo les sirva. Entonces hoy me traje el libro de nuestro apartamento para donde mis papás, no alcancé a verme con ellas hoy pero igual empecé a hojearlo yo. Y así me encontré con esta parte: 


El aislamiento y el abandono causan sufrimiento en las personas de todas las edades y culturas incluso en la ausencia de enfermedad. Para las personas bajo estrés, que estén lidiando alguna enfermedad o enfrentando algún cambio, el aislamiento emocional puede ser tortuoso.  Mucho más que el dolor o cualquier otro síntoma físico, el aislamiento evoca sentimientos de impotencia y desesperación. Esto no es cierto sólo para las personas cuando están muriendo -es cierto para todo el mundo.

Antes de que mi papá se viniera abajo físicamente = perdiera en gran parte su movilidad, de cierta manera se había derrumbado emocionalmente: andaba flojo con la comida, se la pasaba acostado, se bañaba tarde, a veces no se vestía y volvía a quedar acostado sobre la cama tendida, a veces en bata otras veces desnudo con una cobija encima... era como si se hubiera cansado de luchar, como si hubiera renunciado a la vida, como si se reafirmara sobre los dolores que sentía y se dejara tumbar por ellos, como que no tenía ganas de nada, solo de que no lo jodieran... y así por ejemplo se la pasó prácticamente todo el tiempo acostado en Santa Marta.

Ahora que si hablamos del cambio tan notorio que tuvo ayer y hoy, en gran parte, creo yo, gracias a la visita de mis hermanas y del vernos a todos reunidos a su lado pues... no sé, me parece que algo de lo que dice la imagen tiene que ver. Para mí el hecho de verse rodeado y querido lo recargó de energía y le devolvió las ganas de luchar por la vida. Desde antes de que ellas vinieran, mi papá se paró con ganas y fuerza para hacer las cosas por su cuenta. La mañana se nos fue haciendo vueltas de banco y las resistió sin problema, pudo caminar, estarse también un buen rato de pie y luego otro tanto más sentado pero sin necesidad de silla de ruedas. Luego mis hermanas vinieron, estuvimos un buen rato acá, luego ellas se fueron, pedimos almuerzo... Miguel fue a visitar a mi suegra, mi mamá se fue a arreglarse las uñas, yo me quedé acá en el apto, al rato mi papá preguntó a mi mamá, yo le dije que ella se había ido al salón y como a los 10 minutos después le dio por decirme que si yo tenía el número del salón que se quería arreglar las uñas de los pies... Nos fuimos caminando mi papá, la enfermera y yo al salón donde estaba mi mamá cruzando la Suba y tal y como lo dijo él se mandó a arreglar los pies... ahora está lleno de alientos y con ganas de pelear... de cierta manera ya se fue ese viejito cariñoso y amoroso que se dejaba consentir y volvió el señor entero a veces medio grosero y odioso que no quiere que estén tan encima de él ni que lo cojan tanto (hoy se encerró en el baño para hacer sus necesidades solito sin supervición). Esta mañana le dijo a mi mamá que buscáramos otro oncólogo para que lo tratara y que volviera a pedir la cita de los ojos a la que no fue la semana pasada porque se sintió mal, le dijo que si aparte de lo del cáncer jodido de los ojos, grave, parece también que se va a volver a tomar los jugos...

Foto de ayer... mi papá con todas sus hijas y algunos de sus cuñados además 2 de sus nietos y, por supuesto, mi mamá.

Yo no sé qué tanto nos dure mi papá, pareciera que no fuera tanto y que la muerte lo acechara, pero sí sé que a pesar del aparente diagnóstico de "ya no hay nada que hacer" él ahora sí tiene ganas de luchar o al menos de vivir bien (no así todo disminuido y malito, postrado en cama) el tiempo que le queda... tengo el leve presentimiento de que una meta de él secreta es estar lo suficientemente bien al menos para poder prescindir de los servicios de las enfermeras... no sé, es algo que siento e intuyo, como una suposición mía...

Dios mío, el dueño de la vida eres tú. Te agradezco por la energía y vitalidad que, en medio de las circunstancias le has devuelto a mi padre. Solo tú sabrás en qué momento decides llamarlo, yo solo te pido con todo mi corazón que si prolongas quizá varios meses su estadía en este mundo, no permitas que sufra. Y por sobre todas las cosas te pido encarecidamente que no permitas que llegue a darse eso de la tal "compresión medular" que según nos explicó la doctora de la Shaio es lo más grave y fatal que puede pasar... dijo mi mamá que el Dr. Godoy le dijo que si bien no hay compresión, el cáncer sí está tocando la médula... por fa Diosito, yo solo te pido que no sufra mi papito.

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