viernes, 17 de junio de 2016

Discurso pro bici

Buenos días. Por favor cierren los ojos. Van a escuchar un sonido y me gustaría que me dijeran con qué lo asocian o qué les recuerda. Traten de buscar este sonido en sus recuerdos más remotos. [Ruido corneta...] ¿Por casualidad ustedes vivieron la época del lechero o del cartero en bicicleta? Llegaban al barrio y se anunciaban con este sonido. [otra vez el ruido], como Jaimito, el cartero, ¿se acuerdan?. Yo recuerdo al de la leche cuando me quedaba donde mi abuelita; la corneta sonaba y ella decía “llegó la leche” y bajaba con sus dos botellas…

Alguna vez se preguntaron por qué estas personas desarrollaban su oficio en bicicleta? ¿por qué lo hacían? ¿qué percepción se tenía en esa época del ‘ caballito de acero’ ?

Que se desplazaban sólo por el barrio, que los recorridos no eran tan largos y que hacerlo en bici les resultaba más práctico, son algunas de las razones que podemos esbozar. Pero... ¿será que la idea de “pobreza” asociada a la bicicleta como el medio de transporte que le tocó usar a alguien por falta de recursos ($$$) existía ya en esa época o solo apareció cuando empezó a ser usada por los obreros, por las personas que trabajan en construcción y que por lo general recorren la ciudad de extremo a extremo entre sus casas y sus lugares de trabajo? ¿qué creen ustedes? Lechero-pobre, cartero-pobre, ¿por eso van en bicicleta?

Hoy vengo a hablarles de este medio de transporte que, de un tiempo para acá se ha popularizado en las grandes ciudades y que desde hace rato forma parte de la vida cotidiana de los pueblos, de la vida en el campo.

La solución a los problemas de movilidad la tenemos a la mano. Fácil, económico y sencillo: subirse a la bicicleta. Es la forma más efectiva de huirle a los trancones de la ciudad y sin duda representa un ahorro significativo en la economía de nuestros bolsillos: sin gastos diarios de pasajes de Transmilenio, SITP, bus urbano o taxi ni mucho menos gastos semanales o quincenales de gasolina o parqueadero.

Si las personas que trabajan en construcción ganan el mínimo, sin duda usar la bicicleta les ayuda a estirar el sueldo pero la visión a favor de este medio de transporte va mucho más allá. Algunas personas de vigilancia también la utilizan, por ejemplo un señor de apellido Tique que trabajaba en mi conjunto. Había conseguido una bicicleta con un marco igualito al mío: Benotto rojo con blanco que ps es un buen marco aunque no ostentoso y… no sé bien cuánto duró con ella pero se la robaron. Él se venía desde Soacha hasta la 119 con Suba, cerca a Bulevar y un día que salió de madrugada lo bajaron de la bici: con arma blanca y agresiones físicas y verbales.

Le dolió por la inversión que había hecho, le dolió porque le había cogido cariño a su bicicleta y le dolió porque se vio obligado a volver a usar Transmilenio… y creo que ya los noticieros nos dejaron bastante claro lo difícil que es salir en hora pico de Soacha, aunque me contó mi pareja que la nueva plataforma ya está funcionando y ayuda a mejorar la situación. En todo caso pues… el problema para Tique, más que el gasto de pasajes, era la tortura del transporte público: los apretujones, las filas y el tiempo de desplazamiento que se le incrementaba por lo menos en media hora. Tique continuó trabajando, enguayabado por su pérdida y con la “lección” de que le iba mejor comprándose una bicicleta de combate que no fuera atractiva para los amigos de lo ajeno. En todo caso le urgía recuperar su medio de transporte y en su mente había algo más que un simple motivo de ahorro. La economía es tan solo uno de los beneficios de andar en bici.

Hay una visión compartida entre todas las personas que nos movilizamos en bicicleta y es algo que trasciende y va más allá de las clases sociales. ¿Han pensado por ejemplo en el estrés que genera la movilidad de la ciudad? ¿Se imaginan lo que se siente liberarse de esa “carga”? andamos por la ciudad livianos y felices. Sentir el aire en la cara, ir relajados, con el tiempo de desplazamiento ya calculado e incluso con tiempo de sobra por si las moscas… tener la libertad de parar si tenemos hambre, si tenemos sed, si de pronto algo nos llama la atención, o quizá ayudar a un compañero que tuvo algún inconveniente con su bici, al menos preguntarle “¿estás bien?”… el espíritu implícito de camaradería y colaboración es algo que vale la pena rescatar. Nosotros no nos peleamos por la vía, con pocas palabras nos entendemos. Rodamos en bici y fluimos con ella, es una sensación genial.

La otra vez un muchacho me preguntó si tenía aire, le presté mi bomba y a su vez le comenté un problema que tenía con los frenos de atrás, era algo súper sencillo, tenía una cosa desajustada, pero ps yo no sabía y él me ayudó. Esa solidaridad no se ve entre quienes van en carro o en transporte público, básicamente porque cada cual va encerrado y aislado en su mundo y porque no es posible parar y entorpecer o complicar aún más el tráfico.

La conciencia del uso de la bicicleta en las ciudades ha cogido fuerza en parte gracias a lo que nosotros conocemos como colectivos, es decir, grupos que fomentan el uso de la bicicleta. En Bogotá hace ya diez años se creó el Ciclopaseo de los Miércoles o ps, de forma abreviada, CPM, que cada 15 días hace ciclopaseos nocturnos recorriendo diferentes zonas de la capital. Del CPM se desprendieron diferentes grupos por localidades, mucho más jóvenes en su creación pero igualmente valiosos: en Suba está Súbase a la bici, que rueda los martes cada 15 días y los jueves ruedan grupos como Teusacatubici (de Teusaquillo), BiKeneddy, Fontirueda, Sucicla (Engativá) y VeloNorte, entre otros.

También existen iniciativas como Al trabajo en bici y Al colegio en bici. Y quiero hablarles de ésta última porque merece especial atención: en los colegios públicos cada vez más se incentiva el uso de la bicicleta y es valioso ver que a los niños y jóvenes se les inculca la bicicleta como estilo de vida sin importar el tema de los ingresos en su hogar. Estas bicicletas son donadas y los chicos adquieren esa cultura de la bici, porque de forma paralela a su proceso educativo se les enseña a conocer su bicicleta y a respetar las normas de tránsito, a preservar su seguridad, a ceder la vía al peatón, incluso conocer algo de la mecánica de este medio de transporte...

Fue muy bonito ver llegar a un grupo como de 250 alumnos con sus uniformes y cascos en sus bicicletas al parqueadero verde de Corferias, este año, cuando la Feria del Libro. Las caravanas acompañadas de profes que están pendientes de los chicos, ellos que entran con gran felicidad, amabilidad y entusiasmo, saludando a la persona que los recibe en el parqueadero… lástima que no caí en cuenta de tomar un video o foto en ese momento… solo me quedé lela mirándolos…

Y algo parecido vi aunque de forma mucho más espontánea y natural, hace unas semanas que fui a hacer una vuelta a Tabio: niños de diferentes colegios en sus bicis. Es que las dos rueditas en los pueblos y en el campo son un tema muy diferente. Tener bici en un pueblo es como tener carro, se facilita mucho la vida, pero muchísimo. Que lo diga Nairo, que sacó piernas yendo a estudiar en bicicleta desde Cómbita hasta Arcabuco o mejor aún, que nos lo diga la tía de Daniela, que… por ahí me contaron que parte de su tiempo lo dedica al cultivo de arroz en el Huila. Doña Pepita, ¿qué tanto usan la bici por esos lados? Sentir que la bici es pan de cada día en los pueblos, que es algo muy común, normal, poco novedoso por lo mismo que es cotidiano es… no sé es tener esa capacidad de ver y apreciar una realidad distinta a la mía y entenderla con algo de maravilla y respeto. En las ciudades la cosa no es así, pero qué bueno ver que en los pueblos sí, me parece muy bacano.

La historia de Nairo, ese niño que, viviendo en una zona rural, cogió la bici para irse a estudiar, es la historia de muchos niños en Colombia, no porque todos lleguen a ser promesas del ciclismo sino porque se les dificulta ir a estudiar. Es por eso que el Centro Comercial Andino sacó la iniciativa de Acompáñame a la escuela que busca recoger fondos y también recibe donaciones en especie de bicicletas y tenis para los niños, especialmente de zonas rurales cuyas distancias de desplazamiento hacia sus lugares de estudio son largas y/o difíciles de transitar. ¿Muy bien, no? Además pues… más rico y relajado todavía rodar por el campo, el aire limpio y puro, la tranquilidad de la naturaleza, el olor a tierra o a los diferentes cultivos…

Privilegios y maravillas que lastimosamente en la ciudad no tenemos. Aquí la consigna de montar en bicicleta por salud es a veces confrontada con la realidad y el argumento de “pero se tragan todo el humo de los carros”... bueno, sí, y al mismo tiempo no. Esa posibilidad se reduce al utilizar bicicarriles y ciclorrutas. Y si por algún caso tocó o elegimos rodar con los carros, aorillados a la derecha ps.. suele pasar que nos toca parar porque hay un bus recogiendo o dejando pasajeros y si sabemos que al arrancar va a echar humo ps nos tapamos la nariz y la boca, es tan solo cuestión de segundos, es posible evitar el smog, eso no le quita la fuerza al hecho de que la bici le sienta muy bien a quien coge por costumbre usar este medio de transporte. Y pues… me puedo colocar de ejemplo a mí y a mi figura hecha a pulso y sin proponérmelo con la bici o hablar un poquito de mi prima que se bajó de la moto y se pasó a la bici ahí sí netamente por temas de salud. Ella tenía problemas de tiroides y obesidad que sumados al ritmo de su trabajo la tenían lista para cirugía. Este año pudo reducir la carga laboral, tener por fin tiempo para pensar en ella y estos 3 meses que lleva de bici, acogiéndose además a la dieta del nutricionista, con mucho juicio, la han llevado a un exitoso proceso en el que además de haber regulado la tiroides es muy probable que finalmente no la operen. Sus medidas hoy en día no son 90 - 60 - 90 pero el cambio se ve, todo el mundo lo nota, es fácil ver su figura menos robusta, mucho más delgada y sin duda más sana; ella está mucho mejor y la bici está jugando un gran papel en su caso.

¿Hace falta que la salud se nos complique para animarnos a usar la bicicleta? mejor disfrutar de sus beneficios hoy, ahora cuando el sedentarismo y las galguerías que comemos no nos han pasado factura de cobro… ahora cuando la rutina parece quitarnos el tiempo de ejercitarnos o nos obliga a volverlo una actividad de sólo los fines de semana o quizá a tener que dormir menos, madrugar o trasnochar más para poder tener una rutina breve de ejercicio todos los días… ejercitarse y desplazarse al mismo tiempo, cumpliendo con los deberes y las actividades del día a día es sin duda otra bonificación. Madrugar a veces duele y el sueño es un bien preciado… así que si el tiempo de la rutina de ejercicio lo gano yéndome en bici, recupero un tiempo de sueño valioso y además puedo comer lo que quiera sin preocuparme de guardar la línea.

Quiero retomar el tema del smog y al mismo tiempo dar un giro: más allá de qué tanto humo de exosto me trago al ir en bici hay un asunto un poco más global y es precisamente la contaminación del aire. En nuestro país la situación no es tan crítica, al menos no estamos como esas imágenes que a veces vemos de China donde el aire se ve gris, denso, y los tapabocas son necesarios, gracias a Dios esa no es nuestra realidad todavía y creo que no es necesario ser alarmista con frases como “para allá vamos si seguimos así”, para entender que la calidad del aire y el cuidado del medio ambiente es responsabilidad de todos. El pico y placa no es solo cosa de mejorar la movilidad en horas pico, también es una medida que aporta a la reducción de emisiones de CO2, lo mismo que el día sin carro y sin moto. Según la Organización Mundial de la Salud el 16,5% de las emisiones de dióxido de carbono corresponden al transporte terrestre, hombre, ¿por qué no aportar nuestro granito de arena? Ahora salió esta “maravillosa” idea de pagar para quedar exento de pico y placa que… ¡ay Dios! es obvio que la medida es un retroceso pero bueno, no nos vamos a ir por ahí.

Las empresas también están tomando medidas para contribuir a la reducción del impacto ambiental. La Cámara de Comercio de Bogotá, por ejemplo, hace aproximadamente dos años les empezó a hablar a sus empleados de la iniciativa “Yo comparto mi carro” que busca que las personas que vivan por el mismo sector se colaboren entre sí de forma que dos o más trabajadores se transporten en un mismo carro. Y además de eso, hace como 6 meses la entidad empezó a ofrecer el servicio de préstamo de bicicletas para sus empleados. ¡Genial, ¿no? Y lo más chévere de todos es que ellos no son los únicos.

Mejor en bici, empezó como una iniciativa que organizaba caravanas por ciertas rutas para desplazarse hacia el trabajo. Poco a poco ellos mismos empezaron a ofrecer las bicicletas. Hoy en día son una empresa que apoyan iniciativas como A los Andes en bici e incentivan el uso de la bicicleta en las empresas mediante un sistema propio que llaman SIBUC: Sistema de Bicicletas de Uso Compartido, un modelo que han implementado en diferentes empresas de Bogotá como Publicaciones Semana, Codensa, Cemex y Bavaria entre otros, además de universidades como Los Andes, la EAN y la Piloto que también acogió la iniciativa en su sede de Girardot. Homecenter por su parte implantó la idea en su sede de Cajicá, vuelvo y digo que en los pueblos es otro cuento, andar en bici es más rico, se goza más.

Siempre se goza y se disfruta. Desde el vigilante y el obrero hasta el trabajador cualquiera. Desde niños, desde que somos pequeños y encontramos en la bici una diversión. ¿Cuántos de ustedes montaron una cicla cuando pequeños? a alguno por casualidad le tocó la panadera? o… ¿la corneta? (otra vez sonido). La bici como la conocemos hoy apareció por allá a finales de 1800 casi al mismo tiempo que el primer vehículo con motor de combustión interna o un poco antes porque si miramos o recordamos ese modelo, era una especie de carroza-triciclo con el motor detrás de la silla.

No sé cuántas personas de las que se transportan en carro o en transporte público se han puesto a pensar en los beneficios de montar en bicicleta… el año pasado, un día en que no me fui en bici a trabajar, mi jefe me ofreció transporte porque su esposo la recogía. El señor se interesó mucho en el hecho de que la bici fuera mi medio de transporte, confesó que era algo que él también estaba considerando, un señor que quizá está sobre los 50 y tantos, y expresó una frase que se me quedó y me agradó mucho oír: “yo estoy que mando esta vaina pa’ el carajo” y pues… la “vaina” era su amplia y cómoda camioneta. ¿Cuántas personas habrá como él? tal vez no muchas. Por eso no estoy segura de qué tan obvia sea la bici como la mejor opción para transportarse: economía, salud, movilidad. Tal vez muchos lo sepan o lo hayan pensado pero por algún motivo no se deciden: que les queda muy lejos, que sudan, que si llueve se mojan, que de pronto los roban. Excusas hay miles, y nadie está obligado a intentarlo.

Lo que sí sé es que mientras la atención del mundo se centró en una especie de triciclo-carroza con motor, maravillados con el invento y llevados por una gran sed y afán de “progreso” se les escapó el pequeño detalle de que la bici, el verdadero vehículo del futuro, y del presente, se había inventado ya hace tiempo… en 1820 apareció el primer prototipo. Ahora miramos a Holanda como el mejor referente y ejemplo de futuro y vanguardia, ellos cambiaron el chip, empezaron a comienzos de los 80 y hoy en día la bici es la reina. "Las autoridades holandesas tienen identificadas 18 millones de ciclas, es decir, que el promedio nacional es de 1,12 aparatos per cápita. Hoy, el 26% de las personas se moviliza en bicicleta, la congestión desapareció, el nivel de vida y la salud de los holandeses mejoró, al tiempo que las ya limitadas diferencias sociales muestran a un país cada vez más equitativo"*.

Para ellos y para nosotros usar la bici y llegar a trabajar o a estudiar en ella es motivo de orgullo. Aunque lo convirtamos en algo normal y cotidiano, cuando alguien se asombra de que andemos en bici y nos dice algo como “uy, y usted se viene desde por allá?”, con ese tono de asombro, se siente rico, se siente chévere. Yo no tengo carro pero mis papás sí. Mi papá ya casi no maneja y yo podría usar su carro cuando no tiene pico y placa para irme a trabajar, pero prefiero una y mil veces mi bici. Lo mismo hacen las personas en Holanda: una de cada dos personas es dueña de un auto, el cual se usa solamente de manera ocasional, por ejemplo si les toca desplazarse entre ciudades o si de pronto tienen algo pesado que llevar.

La realidad de cada uno es distinta. Y solo ustedes saben si quieren y pueden incorporar la bicicleta como medio de transporte en sus vidas. La decisión está en sus manos pero por lo pronto y para terminar, me limito a dejarlos con esta frase: “Si los amantes de la velocidad se hubieran conformado con la bicicleta, el mundo de hoy estaría llegando con su propio esfuerzo al Paraíso Terrenal”.

Muchas gracias.

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* Tomado de Portafolio.com. Holanda le da pedal al resto del mundo. URL: http://www.portafolio.co/tendencias/holanda-le-da-pedal-mundo-491138

jueves, 5 de mayo de 2016

Mis cucharitas...

(La cocina y yo)


Si bien mi experiencia en la cocina es bastante limitada, básicamente porque nunca tuve la necesidad de cocinar, desde hace varios años sigo algunos programas de cocina que pasan por TLC o Discovery Home and Health. Los realities de cocina son bien chéveres, especialmente por la creatividad que le meten... y más o menos siento como una inclinación hacia los postres porque lo que he visto en TV me hace sentir que allí es donde la creatividad tiene más campo.

Cuando empecé a consumir estos contenidos, amaba ver Cupcakes War y Cake Boss pero lo malo de los canales internacionales es que la programación es más o menos un rifirrafe y muchas veces uno le pierde la pista a los programas porque los corren, los quitan o los repiten. Hoy en día pescar Cupcakes War en el TV es una lotería, Cake Boss sí se mantiene, es como el contenido número 1 de Discovery Home and Health... las cosas que ese señor hace en ponqués son impresionantes. Sueño con que me haga uno alguna vez, ojalá, por ejemplo sorprender a mi pareja o, en el peor (el más modesto) de los casos ir a hacerle el gasto a su pastelería en Hoboken.

Después conocí otros programos como Hell's Kitchen y Chopped, luego Chef vs. City y Chef vs. Novato, Master Chef, Cutthroat Kitchen y así varios. ¿Qué tanto he cocinado gracias a esos programas? pues... no mucho. Mi experiencia en la cocina, al menos de crianza se resume así: mi mamá me enseñó a hacer arroz y pollo. Y aunque me falta lanzarme al ruedo (bueno, más bien zambullirme) estos programas despertaron mi interés en este tema y la verdad es que amar a una persona te llena de motivación suficiente para animarte a intentarlo.

Así, el año pasado cuando mi mamá me dijo que tomáramos juntas el curso de cocina saludable que ofrecía la Cámara (5 platos, 5 sesiones, los miércoles cada 8 días después de la jornada laboral, 5-7pm) sin pensarlo le dije "¡de una!". Cuando nos pasaron la presentación de ppt sobre qué platos íbamos a hacer y los ingredientes, le mostré a Miguel y le pregunté que cuál le llamaba más la atención.

El chiste de cada clase, para mí, estaba en llevarle la prueba a Miguel. Sin embargo, el día que hicimos el plato que le gustó más a él según el archivo que vio de Power Point, ese día no le llevé la prueba. Ese plato me lo guardé para su cumpleaños, y 8 días antes lo animé a que saliera a rodar con Julián para que estuviera todo el día por fuera y yo pudiera ensayar el plato con toda la calma del mundo. No fue tan difícil, ya puedo decir que tengo un único plato en mi repertorio: lomo de cerdo en salsa de maracuyá con puré de arracacha y ciruelas pasas. Los otros 4 platos, bien, gracias, no me acuerdo...

Ahora que gracias a Dios (y al hombre maravilloso que colocó a mi lado como pareja) ya tenemos nuestro apartamento, la posibilidad de cocinar es mucho más frecuente. El que sabe, se defiende y lleva siempre la batuta, es Miguel. Yo lo sigo con toda la disposición del mundo. Igual siempre pensamos y decidimos juntos qué vamos a hacer. Pero yo también quiero aportar en este escenario y, en ese sentido, las cosas que veo en Tasty (página de Facebook)... mejor dicho, sin duda vale la pena intentar más de una receta. Lo chévere y complicado a la vez es que está en inglés. Chévere porque amo el idioma, complejo porque en cosas de comida hay un millón de palabras desconocidas pero el esfuerzo y la dedicación de traducirlas y escribirlas (primer paso) siento que es mi primer pequeño y valioso aporte. El siguiente paso es hacer las recetas y sentir que estamos en igualdad de condiciones en la cocina al mismo tiempo que seguimos el paso a paso. Bueno, por ahora sólo he traducido una receta, espero que podamos hacerla pronto.

Recuerdo que cuando estuve de intercambio en Canadá (2004/2005), si no me equivoco, Emily, una de las hijas de Laurel, mi host mother, se iba a casar. Ella estaba en otra ciudad y le habían comprado de regalo un juego de cucharitas que le iban a enviar. Puede que la historia esté alterada pero me acuerdo mucho de las cucharitas porque yo las vi, esa imagen se quedó en mí. Cucharitas de diferentes tamaños y, más que nada, medidas: medidas de cantidad para cocinar. Bueno, tal vez no tuve plena conciencia de lo que eran en ese momento, imagino que luego en algún punto a lo largo de mi vida lo deduje.

Las recetas en inglés siempre hablan de tablespoon (cucharada) y teaspoon (cucharadita). Y asi también media cucharada, media cucharadita, un cuarto de cucharadita y un octavo de cucharadita. Por eso es que venden ese set de cucharitas, ahí están las medidas. Y pues... seré muy quisquillosa pero yo sí prefiero ese maravilloso set que me da la medida exacta y no la típica cucharita de postre del juego de cubiertos porque así que uno diga que la medida de esa cucharita en cualquier juego de cubiertos es exactamente igual pues... tal vez no.

Hoy escribo para contar que traduje mi primera receta: pasta con albóndigas. Que la escribí a mano con todo el esmero y dedicación que logran tal vez no la letra más bonita del mundo pero sí al menos una perfectamente legible y ordenada. Que tengo muchas ganas de probar/hacer esa receta con mi novio o para él y, que además hoy, sin pensarlo conseguí mi juego de cucharitas. Por ahí mi mamá recibió un regalo de cierto almacén y dado que dicho artefacto no es algo que usemos en esta casa me dijo "cámbialo por cosas para ustedes". Y así conseguí tres objetos entre ellos las cucharitas. Ahora no me mataré la cabeza con las palabras Tablespoon (T) y teaspoon (tsp) con sus respectivas fracciones. Ahora tengo mis cucharitas mágicas que responden a la medida solicitada por cualquier receta. Y espero seguir traduciendo y preparando muchas más. Tasty es lo máximo y sentir que el amor te impulsa a cocinar, a aprender y a innovar, sin duda es la cereza del postre.


lunes, 18 de abril de 2016

Los recuerdos del sobre morado

Vi aquella cajita roja y creí recordar con exactitud qué había dentro de ella: una colección de tarjetas de regalos que alguna vez recibí. De seguro empecé a conservarlas luego de que mi mamá me llamara la atención por precimitarme a abrir los regalos de mi Primera Comunión sin saber quién me regaló qué (por loca, afanada).

Lo que no sabía que también estaba dentro de aquella cajita (de primeras) era un pequeño sobre morado, un poquito gordo, por su contenido, que al verlo supe inmediatamente de qué se trataba: "¡wow, severa terapia!", pensé en voz alta. Eran los mensajes que me habían dejado en mi buzón durante la semana que duró ESPAL (Escuela Pastoral de Líderes, 2003). Ese espacio para mí fue muy valioso y significativo. Creo que lo viví plenamente, que me lo tomé muy en serio. Y, en contraste, los recuerdos no son tantos ni tan precisos cómo me gustaría (quisiera recordar más de lo que aprendí y de lo que viví). Sentí que algo de memoria rescataban esos mensajes...

Creo en mis capacidades de liderazgo aunque en general son medio latentes, siento que siempre puse mi mente y corazón en los ejercicios reflexivos y de exploración de pastoral (me entregué o abrí totalmente, además muchos eran de escribir y tenía muchas ganas de mirar para adentro y comprender, de entregarme a Dios, de vivir la fe) pero como que me quedé ahí y nunca proyecté ese liderazgo; eso por un lado. Por el otro, hoy, con toda la pertinencia del caso me pregunto: ¿cómo pudo haberme ido tan bien (uno de los mensajes se refería a ese detalle) en la prueba de oratoria cuando a este pechito de hablar acelerado suele no entendérsele ni jota (ok, estoy exagerando), más aún improvisando? Bueno... de pronto pude ser consciente de bajarle al acelere para ese caso puntual o seguro por el tiempo que necesitaba para pensar (los temas eran los más rebuscados de la vida y/o corchadores) no hubo forma de revolucionarme. Tal vez me sorprendí en ese entonces ("¿Dios mío, pasé?" Bueno, siendo francos lo que seguramente pensé fue "¡Sí! ¡Me salvé de la piscina!" = me sentí ganadora) y me sorprendo aún más ahora al no comprender ni poder recordar qué fue lo que hice bien.

Estábamos divididos por comunidades y cada una había preparado un baile o coreografía (creo que la nuestra fue con La Bomba). Era de noche, nos presentamos al lado de la piscina y luego, uno por uno, pasaba a una especie de tarima, sacaba un papelito, le daban su tema y tenía un minuto para preparar y otro para hablar. Si se enredaba o le iba mal, pa' el agua con ropa y todo.

No me acuerdo qué me tocó a mí. Solo recuerdo uno de los temas más absurdos-difíciles que le tocó a alguien: "el problema de la mosca en la sopa" y qué le tocó a una vieja a la que yo le caía mal: la corcharon poniéndola a hablar de la OTAN... ¿la qué? Estábamos en octavo, teníamos 13, ok: "Organización Territorial del Atlántico Norte", no pues gracias por descifrar la sigla pero sigo sin tener idea de qué es lo que hace, ella no supo que decir y yo me sentí identificada con su ser "corchado": odio la política, en la vida había escuchado de eso y tampoco hubiera sabido qué decir.

El viernes, creo, fue la final con los que habíamos pasado la primera prueba. La mecánica se repetía. Me parece que no me fue tan mal o que me fue relativamente bien, esa vez no hubo castigo de piscinazo pero al final todos terminamos con ropa en la piscina por pura recocha y, si no me equivoco, como que llovió/lloviznó.

Hay incógnitas del pasado que no podemos resolver y pedazos de recuerdos perdidos... la memoria es tan frágil. Quisiera como "pedir permiso" de usar los recuerdos olvidados (abra-kadabra, vuelvan a mí) con fines educativos (deseo de comprender). Pero eso NO es posible. De todas maneras aunque sea frágil la memoria y los recuerdos imprecisos, Espal es una experiencia que atesoro en mi corazón.