Mi tío Felipe hace mucho dijo que le gustaría irse a La Mesa en bici. No recuerdo bien si cuando lo dijo yo ya era ciclista urbana pero la idea me sonaba. Él manifestó ese deseo alguna vez cuando íbamos para allá en el carro y, aunque pareciera loco o imposible, quería medírmele y si él alguna vez llegaba a hacerlo, yo me le iba detrás. Esa era la idea imaginaria. Cuando él dijo eso yo aún no estaba con Miguel.
Mi tío Felipe tiene alma de deportista y tenacidad de guerrero, osea que se le mide a las cosas a pesar de que de pronto su físico no le dé tanto o tal vez sí le dé aunque poco se ejercite (puede quedar resentido). Él por ejemplo una noche de ciclopaseo rodó con nosotros, todo bonito él con su uniforme del SITP, terminó turno temprano y ps yo lo convidé; justamente, o al menos en parte, es por su trabajo que no puede ejercitarse tanto como quisiera, el médico ya le dijo que debe bajar unos kilitos. Bueno... él siempre ha sido gordito, y bonito, yo lo quiero mucho por su forma de ser, su buen humor tan propio y característico, su calma hacia la vida y su sabiduría.
Pero no, él no ha ido a La Mesa en bici ni yo he ido con él. Sin embargo ayer por fin realicé esa hazaña auspiciada y escoltada por Miguel, mi novio, que ps ya ha ido varias veces. Normalmente, algunos puentes, nosotras (mi mamá y yo) nos bajamos en el carro un sábado y el nos cae el domingo en bici. El lunes nos regresamos todos en el carro y la bici atrás amarrada con el soporte. Y sí, yo hace rato tenía ganas de pegármele aunque a mi mamá la idea no le hiciera mucha gracia e hiciera gestos de nervios al escuchar esa posibilidad.
Lo que más me gustó fue que lo hicimos sin planearlo. La idea se me ocurrió el sábado por la mañana. Por cuestiones de logística (para hacer el cuento más corto), esta vez no nos bajamos el sábado. Mi mamá, mi tío Felipe, mi abuelita y Nico, al igual que nosotros, se bajaron el domingo, pero ps en el carro. Nosotros salimos más temprano (8:20 am) en nuestras bicis.
Yo quería medir el recorrido con la app de Runtastic, tenía el cel full de batería y evité usarlo para otras cosas distintas a la aplicación misma, no quería que nada más le gastara la pila, y lo logré. Nosotros que llegamos a la casa de mi abuelita en La Mesa y el celular que pita: "Pi... pi... pi... batería baja". ¡Apenas! 72.79 Kms desde mi casa, aquí en Bogotá, hasta la casa de mi abuelita en La Mesa, 4 horas y casi 5 minutos de recorrido, exactamente como lo había calculado Miguel. A su ritmo son 3 horas, al mío una horita más.
También eché en mi canguro la cámara, pensando sacar algunas foticos del recorrido, pero no sé, finalmente no me nació hacerlo, como que preferí disfrutar de nuestra aventura juntos y de la espontaneidad de la misma. Tal vez no era necesario una foto de prueba o registro (la aplicación era suficiente) y no sé, ¿de pronto mejor tan solo atesorar esta experiencia en nuestra memoria? O tal vez la persistencia y la resistencia en el pedaleo requerían máxima concentración, jaja. Y a la final no es tanto pedaleo porque buena parte del recorrido es bajada pero también hay un par de subidas exigentes, entre ellas la de la salida Soacha-Mondoñedo y el último tramo, La Gran Vía - La Mesa que es como lo más duro.
Tuvimos un impase. Por la vía Soacha-Indumil Miguel fue chocado por un ciclista que venía en contravía y fue justamente el infractor el que se llevó la peor parte, mi amorcito supo maniobrar y salió ileso, excepto por una cortada en su dedito... tuvimos que quedarnos un rato allí y resolver la situación. Una chica de la ciclovía le prestó primeros auxilios a Miguel, el infractor se lesionó la mano (se le formó tremendo huevo), requería radiografía y como él también hizo que Miguel se cortara el dedo, gracias a la intervención de otro muchacho de la ciclovía, acordamos darle la mitad de lo que costaban los rayor X. Finalmente nos pudimos ir.
A pesar de esa dificultad, hubo un par de cosas que me gustaron: 1) que estuvimos en ese problema juntos y 2) que pude ver cuál es su reacción y la mía en cuanto a lo orgánico se refiere: mientras yo temblaba toda y, en palabras de mi mamá que me conoce y supone, seguramente con certeza, "me coloqué como un papel", Miguel, a pesar de que se mostró tranquilo, mientras le hacían la curación se le fueron las luces y me asustó. Cuando a él algo le impresiona se le baja todo. Y ps yo temblaba toda por el susto de ver el conflicto que se había generado con el infractor lesionado y sus amigos que querían como armar bonche y hacer que Miguel respondiera. No, él no se desmayó pero sí lo vi venirse hacia mí a pesar de que estaba apoyado sobre el marco de su bici, le hablé y volvió en sí. Es bueno conocernos en esas cosas y estar pendientes el uno del otro hacia futuras adversidades.
Y ya, el resto sí fue derecho y sin contratiempos. Parada técnica en el alto de Mondoñedo para tomar juguito de naranja y parada más o menos a mitad de camino para comer arepita y llevar también algunas para la casa.
Esa fue nuestra travesía y esa fue MI hazaña, para él es pan comido, está curtido. Yo quería hacerlo y lo logré gracias a él y a su apoyo.