¿Por qué tenemos que conformarnos con nuestras propias limitaciones? ¿Por qué no pensar que podemos confrontarlas y conquistarlas? ¡Superarlas!
Soy la persona más tronca de la vida y, gracias a Dios, el baile no ha sido un elemento ni clave, ni fundamental ni presente en lo absoluto, -salvo una ocasión, recién empezamos-, en la relación que tengo con mi pareja. Pero ¿qué pasa si llego a intentar bailar alguna vez? La razón me dice que con práctica puedo llegar a hacer una tesa o al menos tener un desempeño aceptable. Siento también que podría ser más grande, e incluso derrotarme, mi sentimiento de frustración, de ver que no lo logro. ¡Y, mira nada más, mi impaciencia! ¿Podría ser paciente conmigo misma? ¿podría no darme palo, creer en mí y confiar en que lo voy a lograr?
¡Maldita sea!, sí, en últimas, ser compasiva conmigo misma, de eso se trata. Creer no es ser obstinado, no es ser intenso ni obsesionado, creer es ser persistente, no desfallecer, tener calma, valorar el proceso y seguir avanzando; entender que no siempre van a haber cambios notorios y que a veces la mejoría pareciera no verse, pero cuando estás dispuesto a transitar el camino, sin afanes, cueste lo que cueste, sabrás que a tu tiempo lograrás conquistar y superar tu propia limitación.
Uno debería ser capaz de superar todas sus limitaciones. Por puro goce y logro personal. Puede que no todas sean o lleguen a convertirse en pasiones, pero, ey, qué rico saber que ya puedes hacer lo que antes no podías, que has roto tus propios bloqueos. Saber bailar no es una meta primordial en mi vida, pero sí sería lindo si en una de esas supremamente esporádicas reuniones familiares con baile abordo, me salvo del oso de ser tronca, cuando a alguna persona se le ocurra sacarme a bailar.
Existen otras cosas en las que también me quisiera probar: por ejemplo, intentar aprender un tercer idioma? ok, eso debería ir alineado con un "¿para qué?" llevado a la acción bajo el rótulo de "planes a futuro". Eh... no, no tengo en mente ir a algún país de habla distinta al español o al inglés ni a estudiar ni a vivir. Solo, me gustaría probar mi mente y ver cómo respondo, el inglés ha estado en mi vida desde mis primeros años de infacia. ¿Cómo sería aprender otro idioma ahora de adulta, desde ceros y sin un propósito real/tangible más que el aprendizaje en sí mismo? Empecemos con el francés, jaja, y el hijueputa gaggeo para esta señorita de lengua enredada, veloz al hablar.
Pero hay algo, hay algo que es el verdadero punto esencial de esto, es especial, sublime, sensible y, sobre todo, tiene 20 mil candados de bloqueo. Las cosas que mecioné arriba sólo son un par de ejemplos del tipo "cosas en la agenda para un día de estos", son cosas interesantes, que me vendrían bien pero que no involucran mi corazón, que no me mueven/movilizan de ninguna manera.
Hay otro tema y una gran pared que sí me interesa mucho romper y que implica muchas cosas. Tengo que articular muchas ideas en palabras, y aunque las piense, no quiero plasmarlas. No por ahora, porque, a pesar de que no tengo sueño y de que tengo la mente-cabeza-cerebro más activa que nunca, no es el momento para meterme severo viaje interno, sé que debo dormir y tengo la losa pendiente por lavar.
Llegué aquí porque resulté en la página de Rafael Novoa Sin Filtro y me vi los 9 capítulos de su experiencia intentando dar vida al personaje de La Pirrurri. Paro aquí ahora, no me voy a extender. Lo único que quiero expresar, de momento, entre mis cavilaciones frente a este tema, es que... siento que hubo algo que me cercenaron...
sábado, 17 de octubre de 2015
lunes, 14 de septiembre de 2015
Amor y amistad...
Me emociona mucho jugar amigo secreto. Creo que es mi primer juego voluntario y significativo. Recuerdo vagamente haberlo jugado alguna vez en el colegio pero impuesto de forma incluyente (todos participan) por la profesora. El recuerdo es de transición, me parece que le salí era Mateo Cabrera y lo que me dio era un regalo pequeño-mediano, en forma de caja rectangular, de papel rojo brillante, como metálico, era un perfume... tengo certeza de la envoltura del regalo, no de su contenido, esa imagen no es tan nítida. Lo que recuerdo es a Mateo, viniendo hacia mí a entregarme el regalo.
Septiembre es un mes bonito, aunque tengo la percepción, a juzgar por lo que han publicado en Facebook algunos de mis contactos en años anteriores, que varias personas "odian" este mes. Que en Colombia celebremos el mes del amor y la amistad, nuestra celebración propia, criolla, y no replicada de otro país, le da un valor especial; podemos echarle la culpa de la existencia de esta fecha a Fenalco ("$eptiembre, mes muerto, inventémonos algo que genere ingresos") pero aún así apela a lo emocional y es bonito. Doblemente emocional porque... bueno, sí, también es el mes de mi cumple.
Ver en el colegio a aquel grupo de amigas, al que por varios años añoré pertenecer, jugar amigo secreto y sentirme excluida... fue... no sé, de cierta manera "apachurrador", triste, frustrante. Tuve una vaga noción de lo que era endulzar (en tiempos modernos porque cuando éramos chiquitos eso no se usaba) viéndolas jugar a ellas. Y así, en términos generales, la celebración de amor y amistad cada septiembre pasó por mi vida sin ton ni son.
Recuerdo que alguna vez lo jugamos en Pastoral, igual se sentía "raro" y no tan emocionante por las rencillas internas que habían. La persona que me salió fue Carlos y le compré un regalo muy chimbo que finalmente no le di y que terminó usando mi mamá: unas medias. Al final no supe (no me acuerdo) qué fue lo que realmente le regalé.
Ahora trabajo en un lugar donde el equipo de trabajo es grande. En teoría pertenezco a un proyecto en específico aunque mis labores de comunicación buscan apoyar a todos los proyectos. El grupo de trabajo al que se supone pertenezco, jugó amigo secreto y sí, por variar, no fui incluida pero es diferente y no me importa. Entiendo que sobre el papel y sobre el sueldo, yo pertenezco a ese proyecto, pero me gusta más la idea de apoyarlos a todos y trabajar bajo ese espíritu de colaboración. Tengo que conectarme más (meterle la ficha) a las labores de este proyecto, llamémoslo principal, porque la verdad sí, las he descuidado un tris, pero no jugar amigo secreto con ellos porque no me llamaron a la reunión que tuvieron el día que jugaron, no importa porque, primero, no me siento vinculada emocionalmente con el grupo de este proyecto, ellos no son como aquel grupo de amigas del colegio, y pues ya me han contado de lo rayadas que son la persona que sub-coordina el equipo y su mejor amiga, las que decidieron no incluirme, (una que se expresa medio feo a veces, la otra que se define a sí misma como de mal genio y a veces es medio odiosa) total que qué más da.
Lo chévere, lo diferente, y lo muy, muy emocionante es que siempre, todos los años, todo el equipo (independientemente de los proyectos o convenios en los que cada uno trabaje) juega amigo secreto. Y es genial porque es choco-loco, osea muy creativo divertido: siempre escogen una temática para jugar. Un año lo hicieron con flores (osea cada persona era una planta o árbol), otro año con animales y así. Participar en teoría es voluntario aunque hay maneras sutiles de presionar (comentarios sueltos y esas cosas) para lograr que participen casi todos. Una persona me comentó de este tipo de presión que yo realmente no sentí porque sí esperaba con ansias el juego y la posibilidad de participar. Hace rato quería vivir esto de verdad y no es algo que me la hubiera pasado añorando a lo largo de mi vida pero tener la posibilidad de vivirlo, por fin de verdad, y así todo creativo, me emociona mucho.
Este año lo hicieron con estrellas de cine y acabamos de hacer el sorteo (sacar los papelitos de una bolsa). Soy una actriz que no conocía: Charlize Theron. Y mi amigo secreto es Will Smith. Btw, descubrí que ellos actuaron juntos en la película Hancock.
Amor y amistad es chévere, justamente por los juegos de amigo secreto. Pero en cuanto al amor, no importa tanto porque con Miguel celebramos nuestros meses de amor el 12, sumado a mi cumple y al suyo que van pegados (30 de sept y 2 de octubre) total que fechas para celebrar que nos amamos hay en abundancia independientemente de lo que tradicionalmente se celebra este mes. Y luego llega octubre, también el 12, que es nuestro aniversario. Mejor dicho, la celebración de amor y amistad, con todo y lo criolla, autóctona, nuestra, no nos hace falta.
Septiembre es un mes bonito, aunque tengo la percepción, a juzgar por lo que han publicado en Facebook algunos de mis contactos en años anteriores, que varias personas "odian" este mes. Que en Colombia celebremos el mes del amor y la amistad, nuestra celebración propia, criolla, y no replicada de otro país, le da un valor especial; podemos echarle la culpa de la existencia de esta fecha a Fenalco ("$eptiembre, mes muerto, inventémonos algo que genere ingresos") pero aún así apela a lo emocional y es bonito. Doblemente emocional porque... bueno, sí, también es el mes de mi cumple.
Ver en el colegio a aquel grupo de amigas, al que por varios años añoré pertenecer, jugar amigo secreto y sentirme excluida... fue... no sé, de cierta manera "apachurrador", triste, frustrante. Tuve una vaga noción de lo que era endulzar (en tiempos modernos porque cuando éramos chiquitos eso no se usaba) viéndolas jugar a ellas. Y así, en términos generales, la celebración de amor y amistad cada septiembre pasó por mi vida sin ton ni son.
Recuerdo que alguna vez lo jugamos en Pastoral, igual se sentía "raro" y no tan emocionante por las rencillas internas que habían. La persona que me salió fue Carlos y le compré un regalo muy chimbo que finalmente no le di y que terminó usando mi mamá: unas medias. Al final no supe (no me acuerdo) qué fue lo que realmente le regalé.
Ahora trabajo en un lugar donde el equipo de trabajo es grande. En teoría pertenezco a un proyecto en específico aunque mis labores de comunicación buscan apoyar a todos los proyectos. El grupo de trabajo al que se supone pertenezco, jugó amigo secreto y sí, por variar, no fui incluida pero es diferente y no me importa. Entiendo que sobre el papel y sobre el sueldo, yo pertenezco a ese proyecto, pero me gusta más la idea de apoyarlos a todos y trabajar bajo ese espíritu de colaboración. Tengo que conectarme más (meterle la ficha) a las labores de este proyecto, llamémoslo principal, porque la verdad sí, las he descuidado un tris, pero no jugar amigo secreto con ellos porque no me llamaron a la reunión que tuvieron el día que jugaron, no importa porque, primero, no me siento vinculada emocionalmente con el grupo de este proyecto, ellos no son como aquel grupo de amigas del colegio, y pues ya me han contado de lo rayadas que son la persona que sub-coordina el equipo y su mejor amiga, las que decidieron no incluirme, (una que se expresa medio feo a veces, la otra que se define a sí misma como de mal genio y a veces es medio odiosa) total que qué más da.
Lo chévere, lo diferente, y lo muy, muy emocionante es que siempre, todos los años, todo el equipo (independientemente de los proyectos o convenios en los que cada uno trabaje) juega amigo secreto. Y es genial porque es choco-loco, osea muy creativo divertido: siempre escogen una temática para jugar. Un año lo hicieron con flores (osea cada persona era una planta o árbol), otro año con animales y así. Participar en teoría es voluntario aunque hay maneras sutiles de presionar (comentarios sueltos y esas cosas) para lograr que participen casi todos. Una persona me comentó de este tipo de presión que yo realmente no sentí porque sí esperaba con ansias el juego y la posibilidad de participar. Hace rato quería vivir esto de verdad y no es algo que me la hubiera pasado añorando a lo largo de mi vida pero tener la posibilidad de vivirlo, por fin de verdad, y así todo creativo, me emociona mucho.
Este año lo hicieron con estrellas de cine y acabamos de hacer el sorteo (sacar los papelitos de una bolsa). Soy una actriz que no conocía: Charlize Theron. Y mi amigo secreto es Will Smith. Btw, descubrí que ellos actuaron juntos en la película Hancock.
Amor y amistad es chévere, justamente por los juegos de amigo secreto. Pero en cuanto al amor, no importa tanto porque con Miguel celebramos nuestros meses de amor el 12, sumado a mi cumple y al suyo que van pegados (30 de sept y 2 de octubre) total que fechas para celebrar que nos amamos hay en abundancia independientemente de lo que tradicionalmente se celebra este mes. Y luego llega octubre, también el 12, que es nuestro aniversario. Mejor dicho, la celebración de amor y amistad, con todo y lo criolla, autóctona, nuestra, no nos hace falta.
lunes, 13 de julio de 2015
Y se fue sin título... ¡ups!
Sí, bueno, por qué no, voy a escribir aquí. Nunca me ha importado realmente cuántos me lean en este blog, más bien me fío del hecho de que pocos lo hagan y cuando un escrito resulta poco íntimo-privado y más bien anecdótico o de algún interés particular para ser difundido, comparto el link de esa entrada en Facebook y también a veces Twitter.
Me siento muy bien, cargada de una gran dosis de seguridad en mí misma y en eso tiene todo que ver el libro de Emmy van Deurzen que me estoy leyendo. Es genial porque... bueno, lo normal, habitual al leer un libro es hacerlo por diversión y, en ese sentido, muchas novelas, reales o de ficción, son lo que la mayoría de la gente lee. A la literatura se le atribuye la idea de ser un escape de la realidad, de ser tu propio mundo y tal vez también el de otros en la medida que compartes un gusto.
Normalmente, quien está leyendo un libro, si en ese momento está rodeado de otros o convive bajo un mismo techo con más personas, de alguna manera se gana su respeto en el sentido de que implícitamente los demás reconocen su espacio y lo respetan, aunque no existan puertas o ventanas que los separen, le permiten tener ese espacio de privacidad (ejemplo, tú leyendo en el sofá de la sala de tu casa mientras tus familiares hacen otras cosas o tú e tu cuarto con la puerta abierta). Bueno, si se trata de Transmilenio, por lo general me genera curiosidad saber qué está leyendo la otra persona y fijo mis ojos en las páginas que están abiertas o en su defecto intento fijarme en la portada.
Pero el tema de este escrito no va por ahí. La lectura para mí es un ejercicio de inmersión en los temas que me apasionan y que no necesariamente tienen que ver con el periodismo aunque sí pueden tocarlo tangencialmente. Aún no me siento con la suficiente confianza para hablar abiertamente de esa intención original que siempre he guardado en mi corazón pero diré que lo que leo no son novelas y que, al parecer, más que leer por diversión, estoy estudiando por mi cuenta. Ese último detalle es lo más genial de todo, estudio por mi cuenta y es algo que me empodera; que no tengo dinero para cursar estudios de posgrado relacionados con ese tema y que en algún momento pasado, hace rato, mi papá optó por no apoyarme, ok sí, perfecto, no hay lío, larga vida a los libros de autores como Rollo May, Irvin Yalom y ahora, mi más reciente amor aunque conozco de ella desde hace rato, Emmy van Deurzen.
El que lee por gusto o diversión, lo único que necesita son sus ojitos, de pronto gafas y manos para sostener el libro, la tableta o el computador. Es el tipo de lector que considera un sacrilegio rayar o subrayar un libro. También es el tipo de lector que cuando una parte de lo que lee le llega al corazón y/o de algún modo se identifica, le toma una foto y posiblemente lo publica. Yo he leído libros y fotocopias, si los primeros me pertenecen, de pronto encierro ideas claves con lápiz y lo hago con suavidad, pero por lo general lo que hago es tomar apuntes en mi cuaderno y a veces fotocopiar o imprimir una página del texto en cuestión para recortar y pegar un pedacito en el cuaderno.
La idea de unas copias y un resaltador en mano corresponde a la de un estudiante universitario al que le mandaron leer algo. Mis copias, argolladas, corresponden al libro Existential counselling & psychotherapy in practice de Emmy van Deurzen, resalto algunas ideas claves y... leo esto porque me gusta y nadie me mandó a leerlo. Bueno, sí, según parece estoy estudiando. Incluso decidí cambiarme a un cuaderno más grande y pasar con absoluta dedicación y de forma mucho más organizada y legible los apuntes que llevaba en mi pequeño y trajinado cuaderno.
Me encanta que mi mamá me pregunte qué es lo que hago (cuando imprimo un pedazo) o que me pregunte cuánto he leído y cuánto me falta. Siento que ante mis padres, de forma implícita he creado la imagen de "estoy estudiando, no molestar", y de alguna manera estoy conquistando un espacio importante frente a ellos y lo que es mi intención original. Lo respetan pero no vamos a caer en discusiones del tipo hacia donde voy yo en la vida y esas cosas. Sé que tengo un título y que necesito producir, y bueno, alterno mi tiempo entre leer-estudiar, enviar hojas de vida a las vacantes a las que siento se ajusta mi perfil y, por supuesto, paso tiempo con mi novio. Estoy absolutamente segura de dónde estoy parada pero no me interesa ni exponerlo ni defenderlo, los demás NO son la razón de ser de esto. Mi novio y mi mamá lo saben, mi papá alguna vez lo supo y sin importar lo que pueda pensar ahora, en general estoy tranquila y confiada, me siento fuerte y empoderada.
Me siento muy bien, cargada de una gran dosis de seguridad en mí misma y en eso tiene todo que ver el libro de Emmy van Deurzen que me estoy leyendo. Es genial porque... bueno, lo normal, habitual al leer un libro es hacerlo por diversión y, en ese sentido, muchas novelas, reales o de ficción, son lo que la mayoría de la gente lee. A la literatura se le atribuye la idea de ser un escape de la realidad, de ser tu propio mundo y tal vez también el de otros en la medida que compartes un gusto.
Normalmente, quien está leyendo un libro, si en ese momento está rodeado de otros o convive bajo un mismo techo con más personas, de alguna manera se gana su respeto en el sentido de que implícitamente los demás reconocen su espacio y lo respetan, aunque no existan puertas o ventanas que los separen, le permiten tener ese espacio de privacidad (ejemplo, tú leyendo en el sofá de la sala de tu casa mientras tus familiares hacen otras cosas o tú e tu cuarto con la puerta abierta). Bueno, si se trata de Transmilenio, por lo general me genera curiosidad saber qué está leyendo la otra persona y fijo mis ojos en las páginas que están abiertas o en su defecto intento fijarme en la portada.
Pero el tema de este escrito no va por ahí. La lectura para mí es un ejercicio de inmersión en los temas que me apasionan y que no necesariamente tienen que ver con el periodismo aunque sí pueden tocarlo tangencialmente. Aún no me siento con la suficiente confianza para hablar abiertamente de esa intención original que siempre he guardado en mi corazón pero diré que lo que leo no son novelas y que, al parecer, más que leer por diversión, estoy estudiando por mi cuenta. Ese último detalle es lo más genial de todo, estudio por mi cuenta y es algo que me empodera; que no tengo dinero para cursar estudios de posgrado relacionados con ese tema y que en algún momento pasado, hace rato, mi papá optó por no apoyarme, ok sí, perfecto, no hay lío, larga vida a los libros de autores como Rollo May, Irvin Yalom y ahora, mi más reciente amor aunque conozco de ella desde hace rato, Emmy van Deurzen.
El que lee por gusto o diversión, lo único que necesita son sus ojitos, de pronto gafas y manos para sostener el libro, la tableta o el computador. Es el tipo de lector que considera un sacrilegio rayar o subrayar un libro. También es el tipo de lector que cuando una parte de lo que lee le llega al corazón y/o de algún modo se identifica, le toma una foto y posiblemente lo publica. Yo he leído libros y fotocopias, si los primeros me pertenecen, de pronto encierro ideas claves con lápiz y lo hago con suavidad, pero por lo general lo que hago es tomar apuntes en mi cuaderno y a veces fotocopiar o imprimir una página del texto en cuestión para recortar y pegar un pedacito en el cuaderno.
La idea de unas copias y un resaltador en mano corresponde a la de un estudiante universitario al que le mandaron leer algo. Mis copias, argolladas, corresponden al libro Existential counselling & psychotherapy in practice de Emmy van Deurzen, resalto algunas ideas claves y... leo esto porque me gusta y nadie me mandó a leerlo. Bueno, sí, según parece estoy estudiando. Incluso decidí cambiarme a un cuaderno más grande y pasar con absoluta dedicación y de forma mucho más organizada y legible los apuntes que llevaba en mi pequeño y trajinado cuaderno.
Me encanta que mi mamá me pregunte qué es lo que hago (cuando imprimo un pedazo) o que me pregunte cuánto he leído y cuánto me falta. Siento que ante mis padres, de forma implícita he creado la imagen de "estoy estudiando, no molestar", y de alguna manera estoy conquistando un espacio importante frente a ellos y lo que es mi intención original. Lo respetan pero no vamos a caer en discusiones del tipo hacia donde voy yo en la vida y esas cosas. Sé que tengo un título y que necesito producir, y bueno, alterno mi tiempo entre leer-estudiar, enviar hojas de vida a las vacantes a las que siento se ajusta mi perfil y, por supuesto, paso tiempo con mi novio. Estoy absolutamente segura de dónde estoy parada pero no me interesa ni exponerlo ni defenderlo, los demás NO son la razón de ser de esto. Mi novio y mi mamá lo saben, mi papá alguna vez lo supo y sin importar lo que pueda pensar ahora, en general estoy tranquila y confiada, me siento fuerte y empoderada.
lunes, 8 de junio de 2015
Por fin: ¡LA HAZAÑA!
Mi tío Felipe hace mucho dijo que le gustaría irse a La Mesa en bici. No recuerdo bien si cuando lo dijo yo ya era ciclista urbana pero la idea me sonaba. Él manifestó ese deseo alguna vez cuando íbamos para allá en el carro y, aunque pareciera loco o imposible, quería medírmele y si él alguna vez llegaba a hacerlo, yo me le iba detrás. Esa era la idea imaginaria. Cuando él dijo eso yo aún no estaba con Miguel.
Mi tío Felipe tiene alma de deportista y tenacidad de guerrero, osea que se le mide a las cosas a pesar de que de pronto su físico no le dé tanto o tal vez sí le dé aunque poco se ejercite (puede quedar resentido). Él por ejemplo una noche de ciclopaseo rodó con nosotros, todo bonito él con su uniforme del SITP, terminó turno temprano y ps yo lo convidé; justamente, o al menos en parte, es por su trabajo que no puede ejercitarse tanto como quisiera, el médico ya le dijo que debe bajar unos kilitos. Bueno... él siempre ha sido gordito, y bonito, yo lo quiero mucho por su forma de ser, su buen humor tan propio y característico, su calma hacia la vida y su sabiduría.
Pero no, él no ha ido a La Mesa en bici ni yo he ido con él. Sin embargo ayer por fin realicé esa hazaña auspiciada y escoltada por Miguel, mi novio, que ps ya ha ido varias veces. Normalmente, algunos puentes, nosotras (mi mamá y yo) nos bajamos en el carro un sábado y el nos cae el domingo en bici. El lunes nos regresamos todos en el carro y la bici atrás amarrada con el soporte. Y sí, yo hace rato tenía ganas de pegármele aunque a mi mamá la idea no le hiciera mucha gracia e hiciera gestos de nervios al escuchar esa posibilidad.
Lo que más me gustó fue que lo hicimos sin planearlo. La idea se me ocurrió el sábado por la mañana. Por cuestiones de logística (para hacer el cuento más corto), esta vez no nos bajamos el sábado. Mi mamá, mi tío Felipe, mi abuelita y Nico, al igual que nosotros, se bajaron el domingo, pero ps en el carro. Nosotros salimos más temprano (8:20 am) en nuestras bicis.
Yo quería medir el recorrido con la app de Runtastic, tenía el cel full de batería y evité usarlo para otras cosas distintas a la aplicación misma, no quería que nada más le gastara la pila, y lo logré. Nosotros que llegamos a la casa de mi abuelita en La Mesa y el celular que pita: "Pi... pi... pi... batería baja". ¡Apenas! 72.79 Kms desde mi casa, aquí en Bogotá, hasta la casa de mi abuelita en La Mesa, 4 horas y casi 5 minutos de recorrido, exactamente como lo había calculado Miguel. A su ritmo son 3 horas, al mío una horita más.
También eché en mi canguro la cámara, pensando sacar algunas foticos del recorrido, pero no sé, finalmente no me nació hacerlo, como que preferí disfrutar de nuestra aventura juntos y de la espontaneidad de la misma. Tal vez no era necesario una foto de prueba o registro (la aplicación era suficiente) y no sé, ¿de pronto mejor tan solo atesorar esta experiencia en nuestra memoria? O tal vez la persistencia y la resistencia en el pedaleo requerían máxima concentración, jaja. Y a la final no es tanto pedaleo porque buena parte del recorrido es bajada pero también hay un par de subidas exigentes, entre ellas la de la salida Soacha-Mondoñedo y el último tramo, La Gran Vía - La Mesa que es como lo más duro.
Tuvimos un impase. Por la vía Soacha-Indumil Miguel fue chocado por un ciclista que venía en contravía y fue justamente el infractor el que se llevó la peor parte, mi amorcito supo maniobrar y salió ileso, excepto por una cortada en su dedito... tuvimos que quedarnos un rato allí y resolver la situación. Una chica de la ciclovía le prestó primeros auxilios a Miguel, el infractor se lesionó la mano (se le formó tremendo huevo), requería radiografía y como él también hizo que Miguel se cortara el dedo, gracias a la intervención de otro muchacho de la ciclovía, acordamos darle la mitad de lo que costaban los rayor X. Finalmente nos pudimos ir.
A pesar de esa dificultad, hubo un par de cosas que me gustaron: 1) que estuvimos en ese problema juntos y 2) que pude ver cuál es su reacción y la mía en cuanto a lo orgánico se refiere: mientras yo temblaba toda y, en palabras de mi mamá que me conoce y supone, seguramente con certeza, "me coloqué como un papel", Miguel, a pesar de que se mostró tranquilo, mientras le hacían la curación se le fueron las luces y me asustó. Cuando a él algo le impresiona se le baja todo. Y ps yo temblaba toda por el susto de ver el conflicto que se había generado con el infractor lesionado y sus amigos que querían como armar bonche y hacer que Miguel respondiera. No, él no se desmayó pero sí lo vi venirse hacia mí a pesar de que estaba apoyado sobre el marco de su bici, le hablé y volvió en sí. Es bueno conocernos en esas cosas y estar pendientes el uno del otro hacia futuras adversidades.
Y ya, el resto sí fue derecho y sin contratiempos. Parada técnica en el alto de Mondoñedo para tomar juguito de naranja y parada más o menos a mitad de camino para comer arepita y llevar también algunas para la casa.
Esa fue nuestra travesía y esa fue MI hazaña, para él es pan comido, está curtido. Yo quería hacerlo y lo logré gracias a él y a su apoyo.
Mi tío Felipe tiene alma de deportista y tenacidad de guerrero, osea que se le mide a las cosas a pesar de que de pronto su físico no le dé tanto o tal vez sí le dé aunque poco se ejercite (puede quedar resentido). Él por ejemplo una noche de ciclopaseo rodó con nosotros, todo bonito él con su uniforme del SITP, terminó turno temprano y ps yo lo convidé; justamente, o al menos en parte, es por su trabajo que no puede ejercitarse tanto como quisiera, el médico ya le dijo que debe bajar unos kilitos. Bueno... él siempre ha sido gordito, y bonito, yo lo quiero mucho por su forma de ser, su buen humor tan propio y característico, su calma hacia la vida y su sabiduría.
Pero no, él no ha ido a La Mesa en bici ni yo he ido con él. Sin embargo ayer por fin realicé esa hazaña auspiciada y escoltada por Miguel, mi novio, que ps ya ha ido varias veces. Normalmente, algunos puentes, nosotras (mi mamá y yo) nos bajamos en el carro un sábado y el nos cae el domingo en bici. El lunes nos regresamos todos en el carro y la bici atrás amarrada con el soporte. Y sí, yo hace rato tenía ganas de pegármele aunque a mi mamá la idea no le hiciera mucha gracia e hiciera gestos de nervios al escuchar esa posibilidad.
Lo que más me gustó fue que lo hicimos sin planearlo. La idea se me ocurrió el sábado por la mañana. Por cuestiones de logística (para hacer el cuento más corto), esta vez no nos bajamos el sábado. Mi mamá, mi tío Felipe, mi abuelita y Nico, al igual que nosotros, se bajaron el domingo, pero ps en el carro. Nosotros salimos más temprano (8:20 am) en nuestras bicis.
Yo quería medir el recorrido con la app de Runtastic, tenía el cel full de batería y evité usarlo para otras cosas distintas a la aplicación misma, no quería que nada más le gastara la pila, y lo logré. Nosotros que llegamos a la casa de mi abuelita en La Mesa y el celular que pita: "Pi... pi... pi... batería baja". ¡Apenas! 72.79 Kms desde mi casa, aquí en Bogotá, hasta la casa de mi abuelita en La Mesa, 4 horas y casi 5 minutos de recorrido, exactamente como lo había calculado Miguel. A su ritmo son 3 horas, al mío una horita más.
También eché en mi canguro la cámara, pensando sacar algunas foticos del recorrido, pero no sé, finalmente no me nació hacerlo, como que preferí disfrutar de nuestra aventura juntos y de la espontaneidad de la misma. Tal vez no era necesario una foto de prueba o registro (la aplicación era suficiente) y no sé, ¿de pronto mejor tan solo atesorar esta experiencia en nuestra memoria? O tal vez la persistencia y la resistencia en el pedaleo requerían máxima concentración, jaja. Y a la final no es tanto pedaleo porque buena parte del recorrido es bajada pero también hay un par de subidas exigentes, entre ellas la de la salida Soacha-Mondoñedo y el último tramo, La Gran Vía - La Mesa que es como lo más duro.
Tuvimos un impase. Por la vía Soacha-Indumil Miguel fue chocado por un ciclista que venía en contravía y fue justamente el infractor el que se llevó la peor parte, mi amorcito supo maniobrar y salió ileso, excepto por una cortada en su dedito... tuvimos que quedarnos un rato allí y resolver la situación. Una chica de la ciclovía le prestó primeros auxilios a Miguel, el infractor se lesionó la mano (se le formó tremendo huevo), requería radiografía y como él también hizo que Miguel se cortara el dedo, gracias a la intervención de otro muchacho de la ciclovía, acordamos darle la mitad de lo que costaban los rayor X. Finalmente nos pudimos ir.
A pesar de esa dificultad, hubo un par de cosas que me gustaron: 1) que estuvimos en ese problema juntos y 2) que pude ver cuál es su reacción y la mía en cuanto a lo orgánico se refiere: mientras yo temblaba toda y, en palabras de mi mamá que me conoce y supone, seguramente con certeza, "me coloqué como un papel", Miguel, a pesar de que se mostró tranquilo, mientras le hacían la curación se le fueron las luces y me asustó. Cuando a él algo le impresiona se le baja todo. Y ps yo temblaba toda por el susto de ver el conflicto que se había generado con el infractor lesionado y sus amigos que querían como armar bonche y hacer que Miguel respondiera. No, él no se desmayó pero sí lo vi venirse hacia mí a pesar de que estaba apoyado sobre el marco de su bici, le hablé y volvió en sí. Es bueno conocernos en esas cosas y estar pendientes el uno del otro hacia futuras adversidades.
Y ya, el resto sí fue derecho y sin contratiempos. Parada técnica en el alto de Mondoñedo para tomar juguito de naranja y parada más o menos a mitad de camino para comer arepita y llevar también algunas para la casa.
Esa fue nuestra travesía y esa fue MI hazaña, para él es pan comido, está curtido. Yo quería hacerlo y lo logré gracias a él y a su apoyo.
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